Pero ahora tomo la taza y me preparo un té. Me acuerdo de ese entonces y escucho las risas de aquellas bellas criaturas, y me rio también.
Durante las mañanas hacia las compras, y solía preparar el desayuno, tenia una huerta de arboles de lechugas, y merendábamos tréboles.
Pero ahora tomo la taza y me preparo un té. Me acuerdo lo difícil que era evadir las lechugas cuando caían, y lo doloroso que era atraparlas con la cabeza, y me rio también.
Por las tardes jugaba poker con la Señora Esperanza, el Doctor Ilusión y la intrépida señorita Picardía, cuando ellos no podían venir salía a caminar y los conejos me coqueteaban. Ellos si que saben hacer sonrojar a uno.
Pero ahora tomo la taza y me preparo un té. Me acuerdo de lo atrevidos que llegan a ser aquellos animales saltarines y ¡cuantos conejos hubiésemos procreado!, y me rio también.
Por las noches daba cuerda a una cajita de música hermosa, escuchaba la melodía y me dedicaba a mirar sutilmente el firmamento. Y me preguntaba que podría encontrar ahí, hasta que finalmente me dominaba el sueño.
Pero ahora tomo la taza y me preparo un té. Me pregunto a qué jugaran durante las tardes, que habrá sido de mi huerto y cuantos venados y conejos habrá en ese país. Y me rio, me rio por aventurarme un día y llegar aquí.
Hoy, agrego un número a mi edad con la llegada de un nuevo año, preparo un delicioso café según los que han llegado a degustarlo, extraño tener cornamenta, me enamoro a diario, monto la bicicleta y ando a prisa. Oh, iré por la taza y me prepararé un té.