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viernes, 13 de abril de 2012

Bosque


Alguna vez fui eternamente joven, tuve 17 por más de mil años, tocaba todas las tardes el piano y vestía siempre de pantalones cortos y botines. Y tenía un país de venados.

Pero ahora tomo la taza y me preparo un té. Me acuerdo de ese entonces y escucho las risas de aquellas bellas criaturas, y me rio también.

Durante las mañanas hacia las compras, y solía preparar el desayuno, tenia una huerta de arboles de lechugas, y merendábamos tréboles.

Pero ahora tomo la taza y me preparo un té. Me acuerdo lo difícil que era evadir las lechugas cuando caían, y lo doloroso que era atraparlas con la cabeza, y me rio también.

Por las tardes jugaba poker con la Señora Esperanza, el Doctor Ilusión y la intrépida señorita Picardía, cuando ellos no podían venir salía a caminar y los conejos me coqueteaban. Ellos si que saben hacer sonrojar a uno.
Pero ahora tomo la taza y me preparo un té. Me acuerdo de lo atrevidos que llegan a ser aquellos animales saltarines y ¡cuantos conejos hubiésemos procreado!, y me rio también.

Por las noches daba cuerda a una cajita de música hermosa, escuchaba la melodía y me dedicaba a mirar sutilmente el firmamento. Y me preguntaba que podría encontrar ahí, hasta que finalmente me dominaba el sueño.

Pero ahora tomo la taza y me preparo un té. Me pregunto a qué jugaran durante las tardes, que habrá sido de mi huerto y cuantos venados y conejos habrá en ese país. Y me rio, me rio por aventurarme un día y llegar aquí.

Hoy, agrego un número a mi edad con la llegada de un nuevo año, preparo un delicioso café según los que han llegado a degustarlo, extraño tener cornamenta, me enamoro a diario, monto la bicicleta y ando a prisa. Oh, iré por la taza y me prepararé un té.

jueves, 12 de abril de 2012

Algunas partes de mi

He luchado contra mi mismo una y cien mil veces en mi mente sobre este asunto, en sí debo o no hablar de esto. Pero llegue al límite. Sí bien es verdad que probablemente cambie la perspectiva que tienen sobre mí, pero sino lo hago me iré a caer directo sobre una enorme montaña de mierda que yo mismo he estado recolectando. Así que aquí voy…

Estaba aturdido y abrumado con todo aquello, su repentina partida me dio a entender que había sido parte de un maldito juego y me permití poblarme de coraje. En un inicio lo miré a él únicamente como si se tratara de una atracción física en la que no podría haber futuro pero entonces él se encargo de hablarme bonito, de ganarse mi confianza, y peor aún, de mi mente y corazón. Entonces destroce todo muro para no impedirle nada, lo atesore en mis entrañas, lo bese con locura, me apegue tanto que creía nuestras pieles solo estaban estorbando. Y cuando se fue, caí, me volví loco, lloré, me odie, lo ame más, y me odie más a mí.

Sintiéndome tan jodido y creyendo que al recurrir a alguien más me haría pronto sentirme mejor llegue a besar tantos labios desgastados, tire de cabellos y hasta de canas, subí a cualquier cerro en el que pudiera percatar cualquier atractivo en mí. Con profesores, floristas, inclusive con cerrajeros, en moteles sucios o lujosos, en el campamento con aquel viejo que me ofreció hasta dinero, en un maldito cuarto lleno de hombres a los cuales nunca les podre nombrar puesto a no había por que gastar tiempo presentándonos. Rompiéndome el corazón, olvidándome de mí, sin respeto, haciéndome creer que estaba bien, que todo era mejor así. Engañando al mundo, a mi mismo.

Y no voy a justificarme, he sido un idiota y lo acepto. Me torturo, me juzgo, pero ahora es tiempo de arreglarme. Esperaba inocentemente -¡vaya calificativo! Creo no debería usarlo- toparme alguna vez con alguien que pudiera encontrar en mis ojos la posibilidad de pasar no solo una noche envueltos en sabanas y en sudor, pero era obvio que no fue así.

No he sido feliz, eso es verdad. En los últimos meses no he sido feliz. Pero afortunadamente con cada amanecer se nos da la oportunidad de volver a intentarlo. Y voy a hacerlo.

Todos tenemos ropa sucia que lavar, y yo me estoy ya encargado de ella; llenando el tendedero y usando el mejor jabón: el amor. Me estoy empezando a amar de nuevo, acepte mis errores y me acepto con ellos. Estoy por cumplir la más temida edad para mí, y pienso hacerlo bien. Así que… aquí voy de nuevo.

Me llamo Osmar, tengo casi dieciocho años, me asusta crecer, me gustan las hojas de los arboles, tomo el té a toda hora, amo con locura y soy humano. Un placer.

martes, 3 de abril de 2012

Alguien que solía conocer

Aunque después de su repentina partida gaste cierto tiempo esperando y desesperado por volverle a ver, llego un día en que ni por el pensamiento su nombre o figura se me cruzaba. Y me había aliviado ya. Inclusive una noche nos encontramos por algún parque de la cuidad, pero no fue gran cosa: cada quien su luna.

Pero una noche muy feliz y oscura se topo literalmente su rostro frente al mío, y mire sus labios moverse. No entendía ni escuchaba. Tenía música en los oídos y dudas en el corazón. Después preste atención a su voz, fuimos amables, amistosos; pero no soy nada estúpido, veía en sus ojos el color del deseo, escuchaba en su voz el nerviosismo del placer y en sus movimientos notaba cierto nivel de lujuria.

No pienso negarlo ni ocultarlo, no me avergonzare: sucumbí a sus deseos. Que eran míos también.

Justifico aquello como la despedida a tan asombrosa relación que llevamos en su tiempo, despedida que se merecía aquellos suspiros y besos antes compartidos. Igual descubrí que no era quien yo prometía, igual fue tal como lo describió él: un placentero impulso. Fue un placer rotundo para mi verlo desesperado y tonto por tomarme de los brazos, deshacerse solo para mi. Divertido inclusive. Aliviador también, cuando al final me pidió perdón, disculpas que creo merecía mi tonto corazón. Bueno, yo que con un beso me conformaba.

Ya lo saludo y le deseo un muy buen día.